Noches Vaticanas
Unas semanas después de que la noticia de la
aparición de un nuevo evangelio atribuido a Judas Iscariote, tuve la
fortuna de asistir como conferenciante al XXXV Incontro di Studiosi
dell¿Antichità Cristiana en Roma ¿Qué mejor lugar para plantearse la cuestión?
Tras el primer día, el Instituto Augustinianum, junto a la Plaza de San
Pedro, nos obsequió con una cena en los jardines de su institución.
Sobre la colina de Gianiccolo con la cúpula de Bermini iluminada al
fondo, el aroma a hierba recién cortada y el rumor de las hojas de los
árboles nos dispusimos a cenar. Nuestra mesa contaba con algunas de las
mentes que definirían el parecer del resto del mundo sobre el Evangelio
de Judas. El afable argentino Francisco García Bazán, traductor al
español de los textos de Nag Hammadi y experto mundial en gnosticismo,
afirmó que era un texto importante, que arrojaba mucha luz sobre
aspectos desconocidos del gnosticismo mientras su agradable esposa
asentía las afirmaciones de su marido. Para el simpático Ramón Teja, uno
de los mayores expertos en historia de la Iglesia, el texto era un
hallazgo histórico destacable que no traería ninguna consecuencia para
la ideología oficial de la Iglesia. Con nosotros cenaba el obispo copto
de Asuán y uno de sus monjes. Ataviados con un habito negro y el
llamativo gorro, representando las doce cruces de los apóstoles y la de
Cristo, no pasaban desapercibidos ni en la multicultural Roma. Su
opinión me parecía destacable en este asunto, pero la comida italiana
había cautivado a nuestros egipcios. El joven monje sólo dejo de comer
en dos ocasiones. Cuando una miga de pizza aparcó en el santo bigote de
su maestro y paralizado la observó hasta que nuestro obispo captó el
significado de aquel gesto y se deshizo de la osada miga. Y poco
después, cuando un estridente sonido nos alertó a todos y el joven sacó
de sus hábitos un teléfono móvil de última generación. A Alguno le
pareció que sería un anuncio excepcional para cualquier marca. Tras la
carcajada general, la conversación retomó su curso cuando el profesor de
copto del Instituto nos dijo que él se interesaba únicamente en el
aspecto filológico. García Bazán nos informó de que ya había realizado
la traducción y que aparecería en unas semanas en España ( El Evangelio
de Judas , Trotta, 2006 ([Agradezco en este punto la disposición de
Librería Galatea en facilitarme los textos para este artículo]). La
conversación siguió con las aportaciones de todos mientras la noche
refrescaba, unos suecos que teníamos al lado asentían sonriendo a pesar
del desconocimiento de la lengua y los monjes coptos daban buena cuenta
de las últimas lonchas de prosciutto.
Un descubrimiento
sin látigo ni sombrero
Jebel Qarara (Egipto) |
Una vez más, no fue una vida dedicada al
estudio, ni una concienzuda investigación, ni un relato plagado de
aventuras en el desierto, lo que llevó al descubrimiento. Sino el azar,
la medida de nuestra ignorancia, el que condujo a un sorprendente
hallazgo, aunque con unos comienzos un tanto delictivos. El relato del
descubrimiento y los diferentes avatares del Códice Chacos han sido
relatados cuidadosamente por Herb Crosney en El Evangelio Perdido
(Editorial National Geographic, 2006), por lo que aquí daremos solamente
una resumida cuenta de ellos. Fue en una cata clandestina en busca de
antigüedades en torno a 1978 en el Egipto Medio donde se descubrió el
códice. Más concretamente, en Jebel Qarara en la orilla derecha del
Nilo, junto a la población de Ambar y a sesenta kilómetros al norte de
El-Minya. Los ladrones vendieron el Códice a uno de tantos marchantes de
arte de El Cairo. En este caso se llamaba Hanna y vivía en Heliópolis,
un bario del nordeste. El apartamento de Hanna, repleto de valiosos
objetos fue saqueado poco tiempo después, desapareciendo el texto copto.
En los años siguientes, muchos de los objetos robados salieron a la luz
en subastas europeas y el anticuario egipcio decidió viajar a Ginebra
para recuperar alguno de sus antiguos tesoros. Con ayuda de un
comerciante griego amigo suyo, recuperó el Códice en 1982. Con
anterioridad, Hanna ya había consultado a especialistas sobre el valor
del Códice y se convenció de que tenía entre manos un gran negocio, por
lo que tasó el objeto en un precio excesivamente alto que impidió su
compra durante largo tiempo. Una institución californiana se interesó
vivamente por él pero no contaba con el dinero suficiente. Hanna alquiló
entonces una caja de seguridad en un Citibank de Hicksville (Nueva
York), donde lo depositó a pesar de un entorno poco adecuado a su
conservación. Allí se mantuvo hasta que Frieda Nussberger-Tchacos lo
adquiriera en abril del 2000. Posteriormente lo depositó en la
Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale. Tras confirmar su valor,
Frieda lo vendió en septiembre de 2000 a un desafortunado anticuario
estadounidense llamado Bruce Ferrini. quien en un alarde de estupidez
hortícola (por la inconfundible similitud entre el papiro y la lechuga
sic. ) o por una inconfesable revelación mesmérica, decidió congelar el
papiro para su «mejor» conservación. Tras un largo proceso de erosión,
roturas, cambios de temperatura y descuidado transporte y manejo, la
congelación lesionó el manuscrito de forma irreparable. Nadie puede
eludir la estupidez humana, ni siquiera un documento único en el mundo.
Como dirían los gnósticos, el desconocimiento, o la estulticia, es el
mayor mal de la humanidad. La destrucción de la sabia que mantenía
unidas las fibras del papiro hizo que este fuera extremadamente
quebradizo y la evaporación del líquido de las fibras hizo que en su
proceso de salida a la superficie los líquidos arrastrasen los pigmentos
del interior oscureciendo algunas zonas hasta hacerlas casi ilegibles.
La imposibilidad de cumplir con el acuerdo económico al que había
llegado con Frieda Nussberger hizo que el códice le fuera devuelto a su
anterior dueña. La Fundación Mecenas de Arte Antiguo compró el Códice en
el que se incluía el Evangelio de Judas en febrero de 2001. Con la
finalidad de restaurarlo, traducirlo y editarlo, para posteriormente
devolverlo a Egipto al Museo Copto de El Cairo. Por su parte, Nacional Geographic Society
y el Instituto Wait de Hallazgos Históricos, colaboran económicamente
en los trabajos de restauración que lleva a cabo Florence Darbre.
Adquiriendo la segunda los derechos de edición y difusión del texto
copto en el que han trabajado varios especialistas encabezados por el
coptista Rodolphe Passer. Sus estudios han dado como fruto el libro El
Evangelio de Judas ( National Geographic , 2006). En él se
publica por primera vez la traducción del evangelio y varios ensayos que
ayudan a su mejor comprensión. Se proyectó para finales de 2006 la
edición del texto original copto junto con fotografías a tamaño real de
todas las páginas y fragmentos del Códice.
El copto, el idioma
del Evangelio
El copto es un idioma híbrido que surge tras la unión del neoegipcio
jeroglífico y el alfabeto griego. Incorporándose siete signos
procedentes de la escritura demótica, variante cursiva del jeroglífico
utilizada para la escritura en papiros, para fonemas egipcios que no
poseía el griego. La abundancia de términos griegos e importados, junto a
la ortografía y la escritura diferencian en gran medida el copto del
neoegipcio-demótico. No constituye una lengua unitaria, sino que se
encuentra dividida en varios dialectos. El akhímico fue la lengua del
Alto Egipto y evolucionó hacia el sahídico, dialecto de la región de
Tebas. El bohaírico originario en sus comienzos del oeste del Delta del
Nilo, y se convertirá en el lenguaje literario de todo el país en el
siglo XI.
Durante los siglos III y IV de nuestra era y el triunfo del
cristianismo, desplaza al demótico y supera la dominación árabe llegando
activo hasta el siglo XVIII como lengua del Egipto cristiano. En el
siglo XI se data el último texto conocido de contenido no litúrgico. En
copto se encuentran gran número de textos cristianos. Destacando el
descubrimiento de 1945 en las cercanías de Nag Hammadi, localidad del
Alto Egipto, de la mayor biblioteca de la Antigüedad de textos gnósticos
y cristianos descubierta hasta el momento (52 códices), sin olvidar el
hallazgo en 1947 de los Rollos del Mar Muerto. El texto del Evangelio de
Judas que ha llegado a nosotros se encuentra escrito en copto,
concretamente en forma de copto sahídico propia del Egipto Medio,
también llamado copto del sur. Datos que confirman sus posible hallazgo
en esta zona. Pero todos los datos gramaticales e históricos apuntan a
que fue originalmente escrito en griego en torno a mediados del siglo
II. Dado que el padre de la Iglesia y obispo, Ireneo de Lyon lo menciona
en su obra contra las herejías cristianas Adversus Haereses (31,1),
redactada en el año 180, el Evangelio debe de ser anterior a esta fecha.
Otros padres de la Iglesia nos mencionan la existencia del Evangelio y
de los cainitas, el grupo religioso gnóstico al que se adscribe. Pseudo
Tertuliano en Adversus omnes haereses (2) y Epifanio de Salamina en su
Panarion (H 38) también nos han dejado noticias de este grupo en sus
disputas en su contra. La copia descubierta que en estos días se pone a
la luz por primera vez data con casi toda certeza del siglo IV. Es muy
probable que su poseedor o poseedores la tuvieran escondida, ya que en
aquellos momentos se tachaba de herejía el contenido del Evangelio.
Códice Chacos |
El Códice Tchacos
El códice copto en el que fue hallado el
Evangelio de Judas consta de aproximadamente 66 páginas, foliado en su
parte superior, contiene tres textos más. La Carta de Pedro a Felipe se
encuentra en las páginas 1 a 9. El texto ya era conocido por el tercer
libro del Códice VIII de la Biblioteca de Nag Hammadi. El texto titulado
Santiago se encuentra a continuación, entre las páginas 10 a 32. Como
en el caso anterior, conocíamos el texto por la Biblioteca de Nag
Hammadi, el tercer libro del Códice V. El título en este caso es Primera
Revelación de Santiago , pero los dos contienen el mismo texto con
ligeras variantes. El Evangelio de Judas se encuentra entre las páginas
33 a 58. No es éste el único texto que ha visto la luz por primera vez
en época moderna. Entre las páginas 59 y 66 se encuentra muy dañado,
perdiendo incluso su título original. Se denomina Libro de Alógenes ,
por su protagonista, un personaje conocido por el tercer libro del
Códice XI de Nag Hammadi. La denominación actual del Códice se debe a
una de sus antiguas poseedoras, Frieda Nussberger-Tchacos, como es
tradición en este tipo de hallazgos.
Cristianismos perdidos
Los primeros siglos de nuestra era se pueden caracterizar religiosamente
por una búsqueda de nuevos caminos y sentidos para el individuo. La
religiosidad tradicional de Occidente entra en una continua decadencia y
los hombres se afanan en buscar nuevas creencias que llenen el vacío
dejado. Proliferan así un gran numero de sectas, muchas de ellas
provenientes del Próximo Oriente. El cristianismo es una religión
oriental adoptada por Occidente. En estos primeros siglos, el
cristianismo se encuentra en el proceso de unificar y definir su
identidad dentro de su diversidad religiosa. El cristianismo que ha
llegado a nosotros no fue el único posible. Durante años existieron
cristianos ebonitas, marcionitas, valentinianos, ofitas y gnósticos,
entre otros, existiendo a su vez divergencias dentro de ellos. El
intento de unificación del cristianismo fue guiado en un mayor número de
ocasiones por cuestiones políticas e históricas que por religiosas. Una
ley universal afirma que la historia la escriben los vencedores, y ésta
no fue la excepción a la regla. Un cristianismo se convirtió en
ortodoxo (opinión correcta) y el resto en heréticos (herejía significa
«elección». Siendo los herejes los que han elegido erróneamente).
Evangelios apócrifos
«La Iglesia tiene cuatro evangelios, pero los herejes tienen muchos»
afirmaba Orígenes de Alejandría en la primera mitad del siglo III. En el
camino por la estandarización, hubo que definir cuales serían los
textos a seguir dentro del cristianismo «ortodoxo». Fue Ireneo de Lyon
el que indicó a los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan como los evangelios a
leer por la Iglesia que se convertiría en «oficial». El obispo
alejandrino Atanasio concretó en el 367 los 27 textos de la que hoy
conocemos como el Nuevo Testamento. El resto de evangelios, algunos casi
tan antiguos como los canónicos, como el de Tomás, Felipe o María
Magdalena, quedaron en el olvido. Cuando el emperador Constantino
legaliza y agasaja el cristianismo oficial y organizado, al resto se les
prohíbe finalmente sus reuniones. Quedando desligados de las manos del
poder que llevarán a la Iglesia hasta la actualidad.
Los evangelios apócrifos nos ofrecen en muchas ocasiones visiones
alternativas del cristianismo y en especial de la figura de Jesús,
constituyendo documentos de gran importancia para la historia. El
Evangelio de Judas se une a la larga lista de ellos.
El Gnosticismo
Durante muchos años, el conocimiento que se poseía sobre el gnosticismo
se debía a uno de los hombres que más férreamente luchó contra él:
Ireneo de Lyon, obispo en el siglo II de la antigua Lugdunum. Tras los
descubrimientos de Nag Hammadi, los especialistas han precisado las
opiniones de su adversario. Como ocurre con el cristianismo, el judaísmo
y otras religiones actuales, existen en ellas varias corrientes de
interpretación y pensamiento. No obstante todas se reconocen
pertenecientes a un tronco común. Como ocurre con el cristianismo
católico, protestante u ortodoxo. Del mismo modo, el gnosticismo,
característico de los cuatro primeros siglos de nuestra era, se ramificó
en un gran número de corrientes religiosas. No perdiendo una serie de
características que le otorgaban una identidad propia. Existía gnósticos
cristianos y otros que no lo eran. El término gnosticismo proviene de
la palabra griega gnosij «conocimiento». Son por tanto gnósticos, los
que han alcanzado el conocimiento. No siendo este un conocimiento
cualquiera, sino aquel que conduce a la salvación. Se trata de un
conocimiento de la verdad interior que yace en cada individuo que nos
conducirá a responder a las grandes preguntas del ser, el origen y la
finalidad del ser humano para entrar en contacto con el verdadero Dios.
Responder a las cuestiones que se planteaba aquella famosa canción que
rezaba ¿Quiénes somos, de dónde venimos, donde vamos?... Para los
gnósticos cristianos, Cristo había venido a revelar esos conocimientos a
sus elegidos.
En la teología gnóstica, el dios que creó este mundo es una divinidad
secundaria. Sino ¿porqué iba a ser tan imperfecto? La deidad suprema,
indefinible, inmaterial y ajena a este mundo, concibió una serie de
seres espirituales o emanaciones llamadas eones. En un catastrófico
acontecimiento, uno de los eones cayó fuera del inicial reino celestial.
Concibiendo a su vez otros eones que se desarrollaron fuera de la
esfera del dios supremo. Fueron estas divinidades menores las que
crearon nuestro mundo material con objeto de conservar la esencia divina
que aun poseían dentro de algunos humanos. Estas almas inmortales
necesitan escapar de este mundo material y mezquino para volver a la
esfera divina que les es propia.
El Evangelio de Judas es un texto de carácter gnóstico, dado que en él
se relatan aspectos propios de este movimiento religioso, como la
impureza del cuerpo y de lo material, cosmogonías, eones, esferas y la
migración de las almas elegidas a estrellas. Podemos encuadrar el texto
en un gnosticismo cainita, la denominación que da Ireneo a los
defensores de la figura de Judas y lectores de su evangelio. O dado que
el nombre de Caín no aparece en todo el texto, definirlo como sético. Ya
que se alaba a Set, el tercer hijo de Adán y Eva, y a su descendencia.
Afirmando que Jesús es una manifestación de Set en este mundo.
Judas Iscariote, el de Queriyyot Jesrón, una de las ciudades de Judá,
era el tesorero del grupo de seguidores de Jesús. Esto ha sido motivo de
especulación sobre la avaricia de Judas. Como cuando en Betania
protesta por el excesivo precio del bálsamo que utiliza María para ungir
a Jesús (Juan 12, 1-8). Donde también se dice que robaba de la bolsa
común. pero también es una muestra de la confianza que tenían los doce y
Jesús en él. Para otros, Judas es un símbolo del judaísmo en su
traición al Mesías. A cambio de treinta monedas, Judas le dio el más
famoso y agrio beso de la historia. Tras lo cual, arrepentido hasta el
paroxismo, se ahorcó según Mateo o se abrió el vientre siguiendo a los
Hechos de los apóstoles. El arquetipo del traidor que ha desarrollado
Occidente en torno a la figura de Judas ha calado tan profundamente en
nuestras mentes que será imposible erradicarlo. Gran número de autores y
obras se han centrado en su figura. Jorge Luis Borges en sus Tres
versiones de Judas , Mijail Bulgakov en El maestro y Margarita , Marcel
Pagnol en la obra de teatro Judas . Incluso Bob Dylan pronosticó en su
tema With God on our side la cuestión que hoy se plantea todo el mundo
«Tendrás que decidir, si Judas Iscariote, tenía a Dios de su parte».
La revelación más destacable del Evangelio es la afirmación de que Judas
no traicionó a Jesús, sino que obró por mandato suyo. Siendo el más
aventajado de sus discípulos, el único que le había entendido
plenamente. El encargado de liberar a Jesús de su cuerpo material. «Pero
tú superaras a todos ellos, porque tú sacrificaras el cuerpo en el que
vivo» se afirma en las primeras líneas del papiro foliado con el número
56.
La risa del Mesías
En el Evangelio de Judas, se nos muestra curiosamente el lado gracioso y
simpático de Jesús. Que si se representan vivamente en los evangelios
apócrifos Mientras que en otros textos cristianos se nos muestra al
Mesías libre de las emociones de la banalidad humana. En varias
ocasiones Jesús se ríe, incluso tendiendo a la hilaridad, de la
ignorancia de sus discípulos y de la futilidad de las preocupaciones
materiales y típicamente humanas.
Anochecer en San Pietro
Caminando por primera vez por la Via della Conciliazione para
encontrarme con la sede de la cristiandad no me sentí abrumado por su
belleza ni magnificencia. Pero quedé sobrecogido por su imagen de
solidez y perdurabilidad que ofrecía el lugar. Recordando este hecho
concluí que ningún evangelio desconocido removería los pilares de la
Iglesia. El descubrimiento del Evangelio de Judas no hubiese sido
portada de periódicos si no hubiese existido la sociedad actual como
voraz caldo de cultivo para misterios del cristianismo y la historia.
Pocos son los que sienten que el único misterio es el propio
conocimiento. Que es allí donde reside el placer.
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